jueves, 29 de octubre de 2015

JOSÉ Y LOS ÁRBOLES




José comienza a salir a un parque, lo suficiente grande donde ver grupos de árboles de diferentes especies y tamaños. Y ponerse junto a su tronco y cerrar los ojos para sentir la vibración de esos seres vivos. Acompasar su respiración y sentir.
La imagen que presenta es la de un raro, que se queda extasiado con los hermosos vegetales. Tiene uno preferido que es un platanero centenario, pero va cambiando, según su estado de animo, castaños de indias, tejos, olmos, alcornoques, que conviven en ese espacio, parece una isla entre la voragine de casas y calles. Con gente corriendo hasta para pasear.
José aprendió esta técnica de una mujer en un programa de televisión. Y decidió en llevarla en practica muchos días. Los primeros días le daba un cierto corte y sin sentido, pero según experimentaba su estado, se dio cuenta que era una meditación, de tal manera que se encontraba bien consigo mismo y por tanto, con las personas que le rodean y, hasta, con la hostilidad de la vida moderna. Donde el hombre se aleja de si mismo para permanecer en una pecera expectante.
Un día se acercaron cuatro amigos para preguntarle que hace muchos días. Se pusieron en circulo en torno a él, y fue explicando las sensaciones recibidas.
Tras unos minutos buscaron un árbol para sentir lo aprendido y luego quedaron para contar sus emociones.
Parece mentira como cuatro personas habían sentido cosas tan diferentes, pero todos volvian con un sentimiento de paz interior.

José explica que los miedos y las dudas son nuestros grandes enemigos, pero con el conocimiento que hemos sido nosotros quienes los hemos construido, por ello los capacitados para derrumbarlos, trocearlos y hacerlos polvo, para que una ráfaga de viento dispersara, lejos, sin producir daño ni a nada ni a nadie

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