Un
hotel de color crema, aparece como un oasis en medio de la gran
ciudad por el ruido de coches que merodean por sus alrededores,
solamente al pasar por su acceso con un tejadillo que permite el
desembarco de clientes en los días, de malos tiempos. En los
laterales dos hermosos árboles que dan nombre al mismo. De la re
conversión de palacete a establecimiento hotelero. Tuvieron la culpa
dos de sus herederos, consultaron la viabilidad a técnicos y se
metieron en el proyecto.
Un
cineasta lo descubrió y logro desarrollar una película dentro del
recinto, tuvo tanto éxito que genero una serie. Lo que permitió
tener cerrada su temporada para poder rodar los capítulos.
Los
dueños se frotaron las manos porque era su mejor publicidad y sus
salones se volvieron citas para hacer tertulias en torno a las
diferentes bebidas, humeantes o frías. De ser una calle mas que
secundaría se convierte en protagonista, donde los coches tienen que
buscar lugar sobre las aceras en busca de los solares desiertos que
todavía quedan. Aunque es seguro que la fama, generara
establecimientos similares, pues a pesar de los coches hay una buena
vista de la ciudad.
Lo
importante es el calor que aportan esos muros y esos salones
iluminados por luces amarillentas que dan espacio intimista y de
reflexión, por eso han conseguido ser referencia y ponerse de moda,
las colas desvirtúan un poco, pues parecen que estas molestando el
estar sentado, bajo esas lamparas de cristales multicolores.
La
dirección se dio cuenta de ello y las colas se forman fuera en la
recepción y son resueltas por riguroso orden.
El
tiempo parece que se paraliza cuando todo es tan rápido, como las
conexiones de Internet, llega el espacio donde algo se esta
deteniendo para ser otra cosa muy diferente.
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