Juan, siempre, piensa que la abundancia da lugar a tranquilidad. Lo normal
es que si llega tiempo de faltas, solo tenemos que buscar en nuestro
armario o en nuestra cuenta corriente todo aquello que nos hace
superar la situación.
Cuando
acumulamos es como si una parte de nuestra energía se pusiera a
trabajar y por ello nos lleva a un cansancio.
Juan
no se da cuenta que al aceptar ese pensamiento, nunca nos
encontraremos saciados, sino al contrario, seguiremos necesitando mas
y mas. Su pensamiento surge de la carencia, por ello la necesidad de
poseer. Con la intención de suplementar la anterior.
Juan
lleva la genética de sus padres, que pasaron una posguerra, pero
también observa que los jóvenes tienen un pensamiento similar, nos
afanamos por tener, para que al tener esto, nos de acceso a unas
puertas de bienestar y por tanto de felicidad.
Un
día se topo con un amigo y estuvieron hablando por la preocupación
por el futuro. Esté es experto en inversiones en bolsa, le muestra
la facilidad de invertir para conseguir mas dinero sin arriesgar,
nada. Le convencieron sus argumentos y decide invertir todo su
dinero, con la esperanza de doblarlo en un año. Dejo su
responsabilidad en manos de su amigo experto. Todo parece ir bien.
Pero a los meses una noticia, convulsiona la seguridad de los
valores.
De
la noche a la mañana pasa a perder casi todo su dinero, solo puede
recuperar una cuarta parte.
Lleno
de incertidumbre comienza a iniciar una depresión. No quiere ver a
nadie y se siente victima de los tiempos. Ha cometido el error de
confiar en su codicia, para perder todo eso que le da seguridad. Se
encuentra voluble y por tanto a merced de los vientos. El deterioro
mental y físico, comienza de forma brutal.
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