martes, 20 de octubre de 2015

ANASTASIA



Anastasia ronda los noventa años su cuerpo se caracteriza por la curva que sufre su espalda, es tan grande que parece a un atleta cuando esprinta para llegar primero a la linea de meta.
Lleva años ayudándose de un bastón pero ya necesita el brazo de un acompañante que la fuerce a salir a la calle y deje de estar en el sofá, lamentándose de tantas cosas.
Realmente ella siempre ha sido una persona que en su pasado, se a echado a su familia a la espalda. Enviudo con treinta años y tuvo que sacar a su familia adelante, fue una tarea muy dura, donde tuvo que trabajar en tres cosas a la vez, para sacarles adelante.
Tanto peso, tanta responsabilidad fue curvando una recta espalda. Y Anastasia sentía el dolor pero no bajaba el pistón. Seguía con sus tareas. Sus tres hijos colaboran en la última etapa, proporcionando una persona que este al cargo en su casa. Los fines de semana se turnan para estar con ella. Pero ya se encuentra muy cansada, casi renuncia a comer y a salir a la calle. Hace ambas cosas por obligación. Pero descubre el dolor y se refugia en él.

Como consecuencia se la lleva a ir a diferentes médicos, que sin radiografías ven de donde parte los dolores. Antiinflamatorios y calmantes son recetados en sus diferentes versiones. Hasta que un nieto le ofrece la marihuana en infusión. Es ahí donde descubre donde su ensoñación se engrandece, donde toma contacto con una nueva realidad. Donde Anastasia encuentra un anestésico. Es cuando comienza a hablar con sus nietos y comparte experiencias, que la ausentan de situaciones de su pasado, el tiempo tiene el rigor que tiene, pero no quiere acumular sino sentir. Una y otra vez reclama que se le haga otra infusión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.