martes, 13 de octubre de 2015

EL PANTALON SIN BOLSILLOS


Le dieron, en su trabajo, un pantalón sin bolsillos. Es camarero y la dirección quería que un camarero no tiene que meter las manos en los mismos, no da buena imagen.
Juan acostumbrado a guardar cosas se le hace una tarea imposible de mantener.
Otro requisito es no llevar reloj por el mismo motivo. Quieren que los comensales se encuentren a gusto sin síntomas que se les acaba el tiempo.
El restaurante se llama la tranquilidad, tiene un numero de mesas y no admiten reservas sobre las ya cogidas de ante mano. Esta edificación tiene muchos años y el sótano ha sido remozado para imitar el paso a otro tiempo. Tiene un ascensor para facilitar la llegada de clientes impedidos. Una luz tenue, acompaña los movimientos por el comedor alargado con recovecos que lo dotan de una intimidad que es buscada por muchos clientes.
Juan ha trabajado en la hostelería muchos años, pero este proyecto le hace cambiar las ideas sobre la velocidad de servir y retirar mesas acabadas. Le chocan muchas cosas que ha vivido de otras maneras. Hay un encargado que les va marcando las pautas. La oferta culinaria no es muy amplia pero suficiente para satisfacer diferentes paladares.
Tiene un montacargas que evita subidas y bajadas de camareros. Pero Juan le gusta subir y bajar. En una ocasión sube por una cosa innecesaria y al bajar tropieza en el último escalón. La caída es aparatosa y el tobillo comienza ha inflamarse. El encargado se interesa por él y lo primero que le dice es que si ignora en que restaurante está.
Si ha olvidado que el continua con un ritmo que no se le pide.
Juan pide disculpas, y ha llegado su hora de parar, el esguince parece claro y la manera de recuperar, es el descanso.



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