La
puerta de salida siempre está en el mismo sitio de la casa. Junto a
la habitación de Juan que limita con la escalera, lo que la hace la
habitación más ruidosa, se pasa de una casa a la pre-calle o
post-calle lo cual lleva a que el tono de voz sea superior al que se
mantiene en casa. Los sábados y domingos se duplica la cosa porque,
parece que todo tiene que contarse en la escalera. Y los tonos de voz
se hacen más elevados y esto ocurre cuando se quiere alargar el
sueño un poco más de lo que se produce a diario. Al vivir en un
primero, menos los vecinos del bajo todo el mundo pasa frente a su
puerta y pared con la que pega el cabecero de su cama. Justo enfrente
se encuentra la cocina donde elabora sus comidas y lava los cacharros
utilizados. El resto de la casa lo ocupan un pequeño servicio
alargado, rematado en un plato de ducha y un ventanuco para airear
los malos aires y el vapor producido por la ducha de agua caliente.
Otra pequeña habitación con un armario de pared a pared que es el
desahogo de ropa y cacharros. Un pequeño salón lleno de
estanterías, libros de muchas procedencias y de pocas atenciones.
Juan sabe lo que quiere leer, el resto le sobra lo que lleva al color
amarillento de la mayoría de las hojas. Prácticamente se pasa el
tiempo en el trabajo por lo tanto disfruta poco de su casa alquilada,
no por alcanzar más salario sino por el miedo a perderle.
No
tiene pareja, quizás, por el poco tiempo que dispone para afrontar
nuevas relaciones con el otro sexo. Algunos le apuntan como
homosexual, pero nunca ha dado muestras de ello, puede ser blanco
fácil.
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