Tras
las múltiples quemaduras, logro salvar su vida perdida. Juan se
recupera de ellas, mientras la pregunta es porqué llego a esa
situación de desesperación, busco la forma más dolorosa de
quitarse la vida, incinerándose. La diferencia es que lo hizo en un
espacio público, una plaza muy concurrida. Estuvo sentado en el
suelo he, incluso cogió un cartón para evitar la humedad de la
pequeña lluvia de madrugada. Hablo con una señora mayor a la que
corto con monosílabos.
Juan
traía una botella de liquido inflamable desde su casa, por ello
sabía lo que iba a realizar. Pero el desenlace fue inesperado,
después de incendiarse, un transeúnte cogió una manta de las que
utilizan los que suelen dormir por allí, y le envolvió en ella, con
lo que sofoco las llamas. Solo quedo el fuerte olor del combustible.
Su
rescatador fue al hospital donde se recuperaba, quería saber la
razón de su actuación, la respuesta fue la misma que recibieron
todos los que se la han realizado antes. “Me levante de la cama y
tome esa decisión, mi vida había dejado de tener sentido”. Tu me
has dado una nueva oportunidad, no se que secuelas tendré de esta
pero viviré de una manera diferente, te lo puedo asegurar.
Martín
le dio las gracias por pensar de esta forma y desapareció de la
habitación. Totalmente vendado ni siquiera, Juan pudo observar la
salida del extraño. Aquella manta había tenido una nueva vida,
ahora todas esas gasas habían sustituido a su piel. Su mirada fija y
la llegada de alguna enfermera o auxiliar es la que rompía la
monotonía de la espera de su salida. No se logro contactar con
ningún familiar. La soledad le volvía a marcar su vida. Estaría en
otro crematorio diferente a aquella cama blanca donde estaba.
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