miércoles, 17 de octubre de 2018

EL DIRECTOR DE SUCURSAL




Juan es un director de sucursal. Su pelo rizado y sus gafas de miope nos introducen en su forma de ser.
Juan es un idealista pues piensa que puede dignificar su trabajo con el bien de los demás. Ha luchado contra la estructura pesada que es la administración, pero sabe que es parte de su trabajo, el recibir una espera o una no contestación a sus preguntas o necesidades. Su sueldo. de alguna manera está garantizado, por lo que no espera una apertura de un monstruo osificado, donde un movimiento significa un esfuerzo máximo.
Pero un nivel de frustración se va asentando en ideas o proyectos que no puede desarrollar. Sus ojos en forma de huevo se han centrado mucho tiempo en la lectura y el color de su pelo ha nacido en la sobra de los cuartos de estudio. Donde el sol no aparece y por tanto clarea el cabello.
Pero ayer pudo llevar a cabo su proyecto, tantas ilusiones puestas en él. Logro conseguir un local para dar un ciclo de conferencias, había medido todas las variables para ofrecer un acto esplendido, un orador representativo y la publicidad puesta para demostrar que él, iba a triunfar. Ya no se iba a arrugar ante nuevas propuestas.
La cita era a las siete de la tarde, el día no acompañaba rachas de viento con intermedios de lluvia, en las casas se ofrecía un partido de televisión, de esos que llaman: Importantes.
El trabajo de Juan era matinal, pero no le importaba alargar su jornada laboral. A las siete menos cinco llegaron tres personas que se pusieron en lugares diferentes y ya no llegaron más espectadores.
Juan no se lo podía creer, pero tras una espera de quince minutos, dio la presentación del ciclo de conferencias.
Por dentro, sensación de fracaso.

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