viernes, 1 de diciembre de 2017

CASI SIN DARSE CUENTA





Los errores en los demás, son más fáciles de ver y criticar, así comenta, Luis a su amigo Ángel.
Si incluso se pueden formar bandos para defender cualquier decisión, es simple, el colocarnos en una y además afianzarnos como si nos fuera la vida en ello. Porque una vez metido la pata, lo único que puedes hacer es afianzarte, sino pareces un ser voluble y de alguna manera veleta. Responde Ángel.
Normalmente no te paras a analizar la insensatez que sale, de la decisión tomada en un momento dado. Parece justo el seguir por el camino iniciado. Al contrario que es rectificar y tomar el más racional. Apunta Luis.
Es tan importante, parecer recto en la toma de decisiones, que se puede disculpar a la de seguir empecinado en un discurso, en el que no crees, pero llenas de argumentos para justificar la decisión tomada. Mientras Ángel mirá a los ojos de su amigo.
Cuantas sinrazones justificamos sin creer en ellas. Quizás la frase más bonita es pedir perdón o un lo siento, para reconocer nuestra elasticidad par afrontar cosas. Al otro lado de la cafetería. Una discusión se produce entre un cliente y el camarero. Observan como dos espectadores y van encontrando argumentos para el dialogo que tienen entre ellos. Al volverse, Luis, para seguir la escena, golpea con el codo un vaso de cristal, cae al suelo y se hace añicos. Se levanta y va hacía la barra para pedir una escoba y un recogedor. El camarero interrumpe la discusión y le dice: “No se preocupe en un momento iré yo”. La discusión se interrumpe, mientras el cliente se ve frustrado, quería haber seguido, tal vez, con la intención de encontrar petroleo en ese pozo que habían escavado y tanta arena han sacado. Casi, sin darse cuenta ambos.

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