Seguramente
habrá llegado ya. Comenta María a su amigo Luis. Están hablando de
su hermano que ha ido a otra ciudad en busca de un trabajo no
encontrado en la ciudad. Llevó un par de maletas con lo
imprescindible y tiene concertado un piso compartido, para iniciar su
búsqueda, no tiene nada en mente por ello puede encontrar cualquier
cosa o nada. Se inicio en la fontanería pero no le llenaba, además
no supo venderse lo suficiente para poder subsistir. Vía Internet
habían visto las posibilidades de allí. Pero hay que estar para
saber. Tras instalarse va a la oficina de empleo. Y comienza a hablar
con los que están en la cola. Las previsiones, según ellos, son muy
malas, algunos acumulan varios años sin encontrar empleo estable.
Una sensación de perdedor se apodera de él, Juan piensa que encima
genera más gastos a su familia, se siente mal.
Pasea
para identificarse con la ciudad y en pocos minutos sale de ella.
Unas naves industriales indican el limite. Recorre las mismas y
decide imprimir su curriculum y entregarlo mañana. Sabe que acabaran
en una papelera pero hay que intentarlo.
Luego
decide ir al piso y hablar con los habitantes, de vuelta compra algo
de comida y una cerveza. La encargada es la dueña de la casa, que
tras divorciarse y quedarse con la hipoteca decidió alquilar las
otras tres habitaciones y poder seguir con su casa. Explica las
normas y le indica un sitio que necesitan gente de manera temporal. Señalando en un plano como llegar. Juan lo agradece y marcha
temprano a la mañana siguiente.
Accede
a la nave y una carretilla elevadora, marcha atrás, se topa con su
cuerpo, cae al suelo y siente un profundo dolor en su hombro,
mientras sangra por la ceja.
¿Como
no miró?
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