Juan
se pregunta por la eterna lucha, del ser humano, por ganar. Es
necesario vencer e incluso humillar al otro, ese que esta fuera de
uno mismo. Va pensando en estás cosas, cuando recibe un empujón por
poder pasar el torniquete del metro para acceder al anden. Sabe que
son muchas las situaciones en que se producen situaciones de
competición. Una vez que es consciente va a intentar darle la
vuelta, no tiene esa necesidad, parece que muy importante para
nuestro ego. De dejarse perder. Si el otro quiere o necesita ganar,
no hay problema, él facilitara esa situación. No va entrar en
lucha, hoy no necesita reafirmación, pero va a anotar en una libreta
todas las situaciones en que surge, esa necesidad.
Al
final del día, las analizara he incluso se dará cuenta de la gran
cantidad de situaciones en las que surge esa competición.
Juan
habla con su amigo Luis y le hace saber esta situación, tan normal,
que sin darnos cuenta ocurre continuamente. Esa necesidad de vencer
en muchas situaciones de nuestra vida. Luis responde que no lo había
pensado, pero es verdad que ocurre a cada momento, independientemente
de las personas y el contexto donde ocurran.
La
necesidad de reafirmarse como vencedor. Juan explica la necesidad de
ser vencido para que la otra persona consiga sus logros, incluso se
da cuenta que esto ocurre, la otra persona se da cuenta que no existe
esa necesidad de vencer. Es como ceder el paso a una persona ante la
entrada, o salida de una puerta. Surge la reflexión de entender que
dejar pasar es un acto también de ser magnánimo. Pareciendo lo
mismo pero sin ser igual. Como el sabio que no necesita demostrar su
conocimiento, ya tiene los valores suficientes para estar mostrando
continuamente. Sin esa necesidad.
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