miércoles, 6 de diciembre de 2017

LA ESCALERA DE LUIS





Luis siempre va con una pequeña escalera, de dos peldaños, plegable, aluminio blanco a todos los sitios. No es que se sienta bajo que si lo es.
Una vez que el cansancio llega a su cuerpo, abre la misma y le vale de asiento. Tantas veces ha esperado en colas, que su apéndice metálico le vale para llevarlo de una forma más descansada. Pero una mano siempre ha estado ocupada en portear, la misma.
Ha utilizado mil maneras en mil situaciones diferentes. Todo el mundo le parece ser un ser extraño y raro. Pero la respuesta es ignorarles. Poca importancia tienen las criticas hacía su actitud. Ha sabido sacar el uso, que otras personas ni se lo imaginan, como no tiene que justificar. Él al final del día anota las utilidades que ha usado la escalera. Pero la tragedia hoy ha tenido lugar al ponerse debajo de las ramas de un olivo, para recoger su preciado fruto. Con la ayuda de un palo ha vareado para obtener las aceitunas, pero en una contorsión, forzada, en busca de una rama superior a creado una inestabilidad y la consiguiente caída. Su inmovilidad hace que se detengan paseantes para interesarse por él. En cinco minutos una ambulancia aparece, hacen una movilización para ver el estado del herido y se procede a llevar al hospital, para descartar roturas. Según le van ascendiendo al vehículo, solicita que cojan la escalera
Un camillero hace muecas pero la recoge y la pone donde la camilla.
En urgencias se hace la correspondiente exploración y se pide corroborar con unas placas de rayos X.
Un enyesado en el brazo es el resultado de la visita. No se olvida de pedir su escalera, pero una de las patas se ha doblado y decide abandonarla en los contenedores de basura proximo.

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