Juan
decide que el mundo esta equivocado, las maneras de concebir la vida
no son correctas, por ello trata de alejarse de los demás, son seres
apestados y llenos de programas maliciosos. Convertirse en anacoreta
en una ciudad es una utopía pues necesitas de cosas que te ofrece la
sociedad pero, por otro lado haces uso de vivir en la urbe. Usa la
comida, el agua y la energía eléctrica. Pero en su bien interior
existe un rechazo hacía todo. Cuando recorre la ciudad solo
encuentra argumentos para seguir siendo como es. Juan tiene la verdad
y por ello se protege de los otros. El sistema no es el ideal,
cualquier muestra es una trampa para reafirmarse.
De
su boca no fluyen palabras de agradecimiento, no tiene nada por lo
que dar las gracias, cada vez más incluye argumentos para
comportarse como es, el resto de individuos son seres vacíos
atrapados en una red, en la que poco pueden hacer.
Se
siente un ser asocial, pero convive de personas sociales. Olvida
gestos para transformarlos en amenazas.
Poco
a poco se va radicalizando más, abandona su empleo. Deja de pagar,
la luz y la comunidad de vecinos. El tono de su voz se vuelve
despectivo y va siendo gutural, a penas se le entiende, las veces que
lo hace.
Va
convirtiendo su casa en un cubículo. Reúne cosas para tirar a la
basura, quiere necesitar lo menos posible. La higiene la va olvidando
y su barba y su pelo se enmarañan como un enroque en el juego de
ajedrez, buscando una autodefensa donde no hay frente, ni enemigo. Si
no existen habrá que crearlos es su pensamiento. A penas baja a
comprar alimentos, no quiere ver a otros seres. Las persianas
permanecen cerradas, hasta el aire, molesta. Su corazón se detiene.
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