miércoles, 29 de julio de 2015

MARTO ZAPATERO



Marto cierra su pequeña tienda cuando el sol cae. Es una tienda anacrónica, en tiempos de consumo nadie repara sus zapatos, los tira y uno nuevos. Él aprendió su oficio en su país sudamericano, alquilo un pequeño local, apenas seis metros cuadrados e inicio lo que aprendió en su país, tras meterse en prestamos adquirió la maquinaria necesaria y las herramientas. Y con el gran desembolso para sus maltrechas economías y el dinero de su familia. Inicio el negocio. Pronto se dio cuenta de la realidad de la sociedad española. Aprovecho a comprar una maquina para hacer llaves y su mujer para arreglar vestidos y todo tipo de costura. Una nueva inversión.
Marto no perdió la sonrisa que le trajo de su pueblo y eso contagio a los habitantes del barrio, con lo cual fue haciendo una clientela fiel, su trato meloso fue haciendo que su trabajo se consolidase. Por ello busco otro local pequeño en un barrio próximo e hizo los mismos servicios, Mati, su mujer, esta en uno por la mañana y él por la tarde. Así los dos estaban en los dos sitios y ofrecían el mismo servicio. Pues el espacio era tan pequeño que los dos se molestaban.

Siempre había alguna cremallera que cambiar, poner nuevas suelas a los zapatos de tacón o un duplicado de llaves. Milagrosamente lo conseguían, gracias a que el alquiler era tan pequeño que lo pueden hacer. A Marto le ofrecieron hacerse albañil, ganaría más. Pero el había aprendido algo y quiere seguir ganándose la vida de esa manera, Mati considera que habían logrado el llevar dos tiendas entre los dos y ese es su mejor patrimonio. Sus hijos se han educado entre costuras y zapatos y logran salir adelante. Ese orgullo les hace sentir fuertes y seguros, a pesar de todo.

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