Alguna
vez, cuando suena la noche, los pitidos ocupan el espacio de sus
oídos. Olga se llega a acostumbrar a ese sonido, pero la monotonía
hace que dificulte su concentración y como consecuencia le viene un
dolor de cabeza, esto que comenzó con alguna vez, se ha convertido
en la normalidad de cada día. Se vuelve mas irritable pero no puede
discutir porque el sonido se hace mas agudo y por ello mas
insoportable.
Olga
ha ido probando diferentes técnicas pero lo único que ha conseguido
es que su nivel de frustración vaya creciendo. Sus acufenos que es
como se denomina su enfermedad, tienen diferentes tratamientos
dependiendo de las personas que lo padecen.
Un
día prueba el último consejo que la han dicho. Coincidiendo con la
hora de aparición, por la tarde, coloca un disco de música del mar
y se coloca unos cascos. El sonido del mar puede llegar a ser
monótono y a diferencia tiene una cadencia en la llegada de las olas
a la orilla. Curiosamente colocarse unos cascos en sus oídos es una
cosa que no seduce mucho, pero se puede probar.
La
grabación tiene una hora y va introduciendo pasajes de música
clásica, con efecto relajante.
En
este tiempo sus ojos se entornan y sus brazos se balancean.
Olga
se levanta y gira sobre si misma, gracias que los cascos son
inhalambicos, sino estaría enrollada con el cable. Según va girando
nota un desprendimiento de capas de su cuerpo, gira como los
derviches turcos, consiguiendo estar en linea y no marearse. De
pronto, para y se sienta en el sillón donde comienza a observar las
capas que han caído de su cuerpo. Tras terminar la audición, se
dirige a por la escoba y el recogedor para tirar el contenido a la
basura. El mar sigue...
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