Alfonso
siempre se pregunta por lo que piensen los demás. Le parece muy
importante la opinión de los otros, para, no salirse de los patrones
sociales. Esto le produce un desasosiego y un cinturón que bloquea
su libertad.
A
la hora de la comida se sienta a comer con su compañera Araceli, y
le cuenta está sensación.
Araceli,
le relata la historia de un padre y un hijo que van de un pueblo a
otro con su burro. Al cruzarse con un grupo de personas que venían
comentan, el que los dos vayan caminando y el burro de vació. Al
escucharlo deciden montarse en el animal los dos. Se vuelven a cruzar
con otro grupo de personas comentan el hecho de ir los dos encima del
pobre animal. Al oír eso decide bajarse él y nada más hacerlo otro
grupo recrimina que el joven vaya en el jumento y el viejo andando.
Cambian los papeles y es el chico el que camina. Con esto te quiero
decir que hagas lo que hagas siempre seras criticado desde la la
óptica de las demás personas. Por ello siempre debes de elegir lo
que tu sientes, si te equivocas o aciertas siempre sera un éxito o
fracaso tuyo, mientras que si aceptas la opinión ajena te sentirás
preso y no libre.
-Lo
entiendo Araceli, pero es verdad que sino lo hago así me encuentro
mal, dice Alfonso.
-Evidentemente
tus creencias se han instalado en tu cabeza y representan leyes de
conducta que marcan tu vida. Lo que te sugiero es que pruebes en una
ocasión en pensar como tu y me cuentas que sucede. Responde Araceli.
-Si
te digo que lo intentare y te contare de mi resultado. Sera una
batalla contra mis miedos.
-En
efecto, el experimento es muy importante para ti.
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