Un
día se sentó frente a la fuente, se llego a encontrar tan bien, que
ha ido volviendo en diferentes días. El rumor del agua después de
salir del caño a tres pilas superpuestas y que van aumentando de
tamaño, para ser la última la preferida de los perros tras el paseo
por la arboleda. Hay dos bancos de madera, uno a cada lado. Es una
fuente con historia aquí se libro una de las batallas de la guerra
civil, sus aguas habrán disminuido la sed y seguramente han limpiado
a algún herido, hoy lo sigue haciendo a los ciclistas que han caído
y se llenan de erosiones, por la que mana el otro liquido importante
en nuestras vidas, la sangre. Un grupo de jubilados han intentado
hacer un jardín pero pies anónimos han destruido la labor de ellos.
Afanosamente lo vuelven a reconstruir y preguntado a uno de ellos el
porque lo vuelven ha hacer. La respuesta es clara: “si yo mañana
supiera que voy a morir, plantaría un árbol”. Frase que da mucho
que pensar sobre la tesis del aquí-ahora.
En
sus manos lleva un libro , pero no termina de concentrarse en él.
Prefiere cerrar los ojos y oler el aroma de la planta de espliego y
oír el trepidar del agua saltando de un recipiente a otro.
Una
urraca se llega al borde para sofocar el calor ambiental, para
proseguir su vuelo. La sombra de los chopos acompaña para ser
declarado paisaje idílico, aunque a un par de kilómetros se
encuentre la gran ciudad. Sugiere la figura del oasis en el gran
desierto, siempre habrá que pensar que no soluciona nada el confort
del mismo, pero si esta claro, que nos habrá dotado de suficientes
fuerzas para volver con una sonrisa embriagadora y nuestra mente
alimentada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.