jueves, 8 de febrero de 2018

NUEVO SITIO DEL TAMBOR




Juan sigue con su tambor, ahora va a otra zona, quiere seguir experimentando sobre si, en un mundo social. Donde él aporta el ritmo y las personas que pasan interactúan o no. Pero siempre se queda con las que lo hacen.
El sol, invernal, da una tregua para poder salir de los refugios antes de desaparecer, busca un banco donde sentarse, desembala su funda, para comenzar su concierto rítmico. Es una plaza cuadrada frente a un supermercado. La pequeña explanada es un pequeño anfiteatro. Nada más iniciar, una mujer joven con una pareja de hijos se para, mientras los pequeños mueven su cuerpo, la escena es significativa porque los tres marcan un baile asimétrico. Pero es una atención para paseantes y más niños reciben la llamada. Uno de ellos se acerca a Juan y mira los gestos que va haciendo, aun siendo repetitivos, tan cerca que casi se mete entre el tambor y las manos golpeantes. Su madre acude en su ayuda y le retira hacía atrás. Cuando toma un descanso para estirar brazos el pequeño sale del shock y toma la mano de su progenitora. Desapareciendo de la escena. Otros van tomando los espacios que han quedado vacíos.
Juan vuelve a iniciar otro ritmo pero tiene igual llamada, paseantes hacen un alto para consumir el ritmo marcado, seguido por cabeza, caderas o manos, dependiendo de las personas.
La magia de la música llega a todos de alguna manera. Todos saben hacer un alto en su programación para detenerse en el trance general. En ese necesario salir del programa establecido y cumplido.
Según, pasa el tiempo, el público se modifica, los niños van desapareciendo , otros ocupan el lugar. Echan en falta alguna melodía conocida, normal en un músico callejero pero reciben, a cambio, unos sones monótonos creadores de enganche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por participar en este blog.