lunes, 12 de febrero de 2018

EL TRAPECISTA






El numero del circo está comenzado. Se encuentra casi lleno, con unos espectadores ávidos de emociones, de ser impresionados con escenas que escapan de la realidad. Ansiosos por aplaudir cualquier numero.
Juan está sentado en un lateral, no tiene la perspectiva del actor de cara a él, lo que le da un angulo diferente de visión.
Los equilibristas desafían a la gravedad y hacen giros perfectos en manos de sus compañeros. Su cuerpo menudo le permite hacer giros insospechados. Pero hoy uno de ellos falla, la inercia le hace salir de la red protectora. Un grito unánime de pánico se generaliza. Alguno gira la cabeza para no ver la tragedia, en su caída logra tocar la red para amortiguar el impacto.
Los proyectores cesan de seguir al atleta. La distancia al suelo es considerable añadiendo la velocidad adquirida.
Muchos ojos fijos en la escena. El ohh generalizado y el levantarse del asiento como un resorte todo es uno.
La música cesa. Las luces generales se iluminan. El interés por el muchacho es máximo, todo el mundo quiere saber como se encuentra. Una camilla aparece, tumban al trapecista y le sacan por la puerta.
Los auxiliares recogen la red, suben los trapecios para seguir el espectáculo. El presentador sale a escena para anunciar el siguiente acto. La función tiene que seguir.
Las siguientes escenas son mirados con indiferencia, la preocupación es múltiple.
Nadie abandona las butacas pero esperan oir el sonido de una sirena, pero está no llega.
Termina la función poniendo la red y desplegando los trapecios salen lo trapecistas y también el herido. Sin rastro de nada. Ejecuta nuevas volteretas y un aplauso cerrado es su premio.
En la salida el director le comenta: hoy nos ha salido. Contesta si hoy salió como pensábamos. Un guiño de ojo.

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