Suena
como un relámpago, lo primero parar lo que estás haciendo y luego
entender que ha pasado. Siempre buscando la respuesta racional. Juan
está en una librería. Una estantería ha cedido al peso depositado
en ella. Su estructura metalica ha chocado contra otra y ha provocado
el estruendo. Los corazones de los congregados notan el rápido
palpitar, para ir recuperando su estado natural poco a poco, la
normalidad vuelve a la vida de los visitantes. Dos empleados tratan
de poner orden entre el cúmulo de libros.
Juan
se dirige a ellos para ayudarles, pero se lo agradecen y siguen
apilando libros. Uno va por una carretilla para facilitar la tarea y
llevarlos al almacén.
El
público sigue consultando libros pero la mirada va, de cuando en
cuando a la estantería caída.
Juan
encuentra el libro que quiere y va a la caja. De nuevo otro profundo
ruido paraliza a los clientes. Ya entienden un poco más el origen.
En
el otro extremo otra estantería ha doblado su rectitud. Las personas
empiezan a sospechar si la librería esta encantada. Poco a poco el
reguero de clientes abandona el local. Ya no se encuentran seguros.
La chica que atienda la caja, dejá su puesto y va ayudar a sus
compañeros.
La
persona que va antes que Juan deja el libro y sale al exterior,
buscando la ”tranquilidad” de la calle.
Juan
trata de colocar sus pensamientos pero decide hacer lo mismo. Según
salé observa los dos destrozos. Mañana volverá a comprar el
ejemplar.
Andando
por la acera, ve a las personas casi corriendo. Pero un nuevo sonido
detiene la curiosidad por saber de donde viene y que ha pasado. Ahora
han sido dos vehículos los causantes del estruendo.
En
la cabeza de Juan un menudo día. Su corazón ha sufrido tres
alertas.
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