La
llegada al otro destino, llega llena de preguntas. La juventud de
Marta, no le asusta la decisión tomada. Cuando aparece la nueva
estación ve a su amigo, Marcos, cree conocerle de siempre y fue un
trayecto en bus y dos día de conversaciones telefónicas.
Un
abrazo y un furtivo beso llena el encuentro.
- Nunca pensé que saliera de mi ciudad, conociera a un chico en un autobús y me fuera a su ciudad. Sin conocer nada.
- Ya ves como puede cambiar nuestras vidas. Un montón de dudas pero se ve luz al final del camino, lo que te hace sentir ilusionado. Contesta Marcos.
Marcos
toma su maleta y contesta.
- Vivo cerca vamos andando.
- Que bien, cuantos árboles estoy viendo.
- Si es una ciudad donde prima el color verde. Aquel edificio amarillo a la derecha, ahí es donde vivo. Te enseño la casa y damos una vuelta por la ciudad.
La
maleta va haciendo el ruido de no pasar desapercibida. Es un segundo
piso, toman el ascensor y llegan a una casa llena de luz. Da a la
parte posterior de la calle, siendo más silenciosa.
- Está sera tu habitación, pintada de amarillo claro, un armario empotrado y una mesa con una silla acompañan a una cama estrecha.
- Qué bien, Marta agradece, todo lo que se está encontrando.
Una
visita al resto de la casa rápida, les pone de nuevo en la calle.
- Dos calles más allá está la fabrica donde trabajo, comienza un polígono industrial.
- Qué cerca, que bien. Marta muestra unos ojos brillantes y una amplia sonrisa.
Marcos
marca la conversación y la ruta por la ciudad. Son la una y media
reflejada en un reloj de un viejo café al que entran.
Eligen
una mesa junto al ventanal.
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