Todos
buscamos alguna actividad que nos saque de lo que hacemos
normalmente. Cada uno elige la forma, unos lo hacen mediante la
lectura, escuchando música, dibujando, contemplando, viajando,
haciendo ejercicio físico. Son mecanismos de salir del propio mundo
para adentrarse en otro, parece como si tuviéramos que hacer un
tiempo muerto, con el cual recuperar la salida del trance que nos
ofrece la vida diaria.
Es
la necesidad de aportar otras cosas, el problema surge cuando
cualquier actividad extraña a nuestra vida se convierte en el centro
de toda nuestra atención como una sustancia dopante, de la que
necesitamos, si o si. Surgiendo el problema de mezclar dos mundos,
desde luego contrapuestos.
El
escape siempre suele ser bueno sin tener que pasar a ser un centro de
atención.
Nuestra
brújula interior, a veces, parece desviada y llega a producir un
sensación de haber perdido el control. Cuando esto ocurre crea un
desajuste interior del que es fácil, recurrir a sustancias adictivas
como el alcohol, drogas, medicamentos o sectas, donde todo esta
reglado y solo hay que hacer las directrices que se imparten. Un
mundo feliz o si analizamos no ocurre de esa manera tan estructurada
o dependiente.
Siguiendo
con la senda de la ruptura parcial de la vida normal y habitual, está
el ir cambiando las alternativas que se nos presenta para quitar una
posible dependencia que crea desajustes en nuestra vida. Y que sean
una piscina para un día caluroso, donde refrescar y no tener que
pasar todo el día en ella.
Las
alternativas siempre están para tomarlas pero no son el fin del
camino, sino parte de él. Siempre teniendo en cuenta esta razón
podemos distinguir las demás rupturas o esperas para que la vida
siga teniendo todos los alicientes que tiene y, a veces, no queremos
ver.
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