lunes, 25 de septiembre de 2017

PUERTAS ABIERTAS








Como siempre, cree estar en posesión de la verdad, por ello trata de imponerla. Juan se presenta como una persona autoritaria, pero siempre, salvaguardado, por tener la razón. No entiende como los demás son tan torpes que no lo comprenden. Entonces es cuando emplea el argumento de la fuerza, imponiendo lo que los otros no entienden.
Llega a tiranizar para conseguir sus objetivos, que lógicamente, son de las otras personas.
Juan se manifiesta como la otra gente. Él no se siente con cortapisas para ejercer su razón, esto le diferencia de los pusilamines, que no son capaces de luchar por mantener viva la opción única, al fin y al cabo, la real.
Juan se siente el nuevo adalid, pues observa a las otras personas, como se dejan comer el camino y desvirtuarse del único.
Tanto sentido da a sus argumentos que nublan la vista, el oído y resto de sentidos, al proyectar el verdadero camino.
Sale de su casa camino de una reunión que se presume caliente, según camina, sus pensamientos van en la forma de abordarlo. Tan enfrascado va en su tema que no consigue ver una alcantarilla estropeada, sus pasos se dirigen hacía ella y el resultado es una caída que le arrastra medio cuerpo al interior.
Las personas que ven la escena se dirigen prontamente a ayudarlo, pero su pierna se ha fracturado, necesitan ayuda médica. Por ello se solicita una ambulancia. En espera de ella, sigue refunfuñando sobre el estado de la acera. Consiguen sacarle y tras colocar en una camilla, traslado al hospital. El enfermero se cansa de tanto oirle y le pide que se relaje y descanse, va a tener una buesna temporada de ello. Juan le mira desafiante y contesta: “Usted tambien”. No se a que se refiere es la respuesta. Puertas abiertas.

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