Cuanto pesa un pensamiento. Esta
es la pregunta que se formula Juan en un descanso de su sueño nocturno. Durante
el mismo te sientes etéreo tu cuerpo no tiene peso. Ya puedes estar pisando
flores que estás no se deterioraran pues son conceptos diferentes, como
intentar ligar agua con aceite, podremos convertir las gotas de aceite en minúsculas,
pero no conseguiremos que formen un liquido fusionante con el aceite.
Por ello por mucho esfuerzo que
haga Juan, no conseguirá que el cuerpo tenga sensación de gravedad, porque en
nuestra mente, onírica, este concepto no existe.
La realidad de estar despierto es
diferente, por mucho que Juan se enfrente, al espacio de los sueños. En ese
espacio en que estas cogiendo el sueño donde crees que controlas la situación. Como
cuando se despierta del mismo y se cree en disposición de alargarle para
modificarle a su antojo.
Por mucho que quiera cerrar el
ojo para poder seguir en ese otro espacio. Ya se cambia de plano y solo es
posible emplear la imaginación como creadora de situaciones diferentes, pero
siempre sin el concepto del peso.
Juan medita sobre esta situación
y solo le queda contrastar con otras personas, para contrastar las otras
realidades y sus efectos sobre nuestros futuros e incluso presentes.
Pero cada vez que lo ha intentado
le han marcado como si fuera un filosofo, por lo tanto como si fuera un bicho
raro, a evitar.
No deja que los conceptos
alienantes, le impulsen su afán por saber más. Y contrastar con la realidad de
los otros.
Busca la comparación de los
sueños con la imaginación, intentando buscar puntos comunes. Pera la segunda
parece más condicionada, por partir de una realidad mas presente. La primera
parece más desprovista. Aunque se demuestra la importancia de nuestro pasado en
la recreación.
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