Asignándole la vida su forma de
ser. Alberto se siente parte de un programa que no participa.
Ha tenido episodios de suicidio
por no encontrar sentido a su existencia. Afortunadamente nunca los ha llevado
a cabo. Pero incluso ha clasificado formas de llevarlo a término. Pero en el último
momento esa indecisión suya le ha bastado para no hacerlo. Es como si
descubriera señales indicadoras de camino erróneo. Siempre han sido certeras
porque gracias a ellas sigue entre nosotros.
Cada experiencia ha sido
enriquecedora y han cambiado cosas en su cerebro, de tal manera que su yo
actual no es el mismo que hace no demasiado tiempo.
Alberto ha descubierto el arte de
cantar, repetir estrofas con una cadencia que cada músico ha aplicado.
No lo hace bien pero siente que
algo cambia, cuando lo hace, en su interior modificando su estado de ánimo.
Comienza a ser actor de todo lo
que sucede a su alrededor, descubre su existencia, como si la misma le hubiera
estado robada.
Entiende que los programas los
elige él y por tanto los resultados de los mismos. Hace poco esto era
impensable en su sistema de creencias. Pero él mismo lo ha descubierto, no le
ha hecho falta la ayuda de nadie. Esta sensación le da poder, fortaleza y por
ello la visión cambia ciento ochenta grados.
Como la noche, con su oscuridad,
a el día con su claridad solo existe un periodo de unas horas, lo mismo a
ocurrido en Alberto. No ha sido una cosa sola la determinante sino una especie
de despertar, por supuesto en otra realidad que curiosamente es la misma, pero
con otra visión.
Alberto, cuando salía de casa se
ponía unas gafas de sol, para que los rayos no afectaran a sus ojos. Actualmente
no lo hace, indicando algo.
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