Lentamente, se va acercando detrás
del banco, queriendo sorprender a su
amigo, Juan, allí sentado. A Alberto le delata el sonido de una hoja seca, tras
partirse.
Como un resorte se vuelve y se
encuentra con él. Llevan mucho tiempo sin verse, pero su imagen esta en la
cabeza guardado.
-
No me has dado tiempo a la sorpresa.
-
Normal, te sigues moviendo como un elefante.
Un abrazo es la consecuencia del
encuentro. Unas caras sonrientes, sellan el encuentro.
Tienen que contarse tanto que no
saben por donde empezar. Buscan, en su memoria la última conversación para
tener un hilo de donde tirar.
-
Lo último que recuerdo de ti, es que cambiaste
de trabajo y casa, dijo Alberto.
-
Si el trabajo me llevo a una nueva ciudad y una
forma de vida, responde Juan.
-
Yo también cambie de trabajo y fuimos a otra
casa, por eso el teléfono tuyo lo perdí y gracias a Araceli, que sigue en
contacto contigo, me lo facilito.
-
Si, ya sabes que es mi mejor amiga, me ayudo en
mi perdida de relación con todos vosotros, me sentí muy perdido y ella me apoyo
telefónicamente y algún que otro viaje de fin de semana.
-
La verdad es que tu marcha fue como un
desmembramiento entre nosotros, cada uno tomo otros caminos.
-
Qué curioso, parecíamos tan unidos y ya ves. No
he tenido contacto con nadie.
-
Realmente es como si se hubiera cubierto una
etapa en nuestras vidas y había que tomar otras vías. Comenta Alberto. Solo fue
un encuentro casual con Araceli la que me acerco a ti. Y que hoy estemos
juntos.
-
Uno no sabe si renunciar a parte de tu pasado o
intentar recomponer. Según venía hacía aquí. Me cuestionaba.
-
Tal vez, si.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.