martes, 26 de septiembre de 2017

EL LUGAR DE LOS AHORROS








Juan remueve y remueve, otra vez, entre la arena del patio. Está seguro que escondió la bolsa en ese lugar.
Por su cabeza comienzan a rondar mil y un miedos. Como si fuera un tesoro, guardo el dinero que poseía.
Había recordado lo que paso en Argentina hace años, donde la gente se quedo sin dinero de la noche al día. Juan tomó la determinación que a él no le pararía igual. En su chalet hizo tres particiones: una a corto plazo, el día a día, otro a largo plazo y por fin, la última, como fondo de reserva. Empleó el método tradicional, esconderlo bajo tierra. Una vez consumido lo que tenía a corto y a medio plazo fue para sacar otra parte y proceder de igual manera.
Pero tras cavar en la parte elegida, la bolsa no aparece por ningún lado. Entra en situación de pánico y de bloqueo. “que haré ahora. No tengo nada”.
Alguien tiene que haberlo descubierto. Pero por otro lado me habría dado cuenta de que la tierra estuviera removida. Aunque quizás fue un día de lluvias y el agua taparía. Según aparecían pensamientos los tapaba con respuestas del mismo ritmo.
Ríos de sudor recorren su cara. Su piel esta pálida y como solución amplia el área a excavar. Pero allí no aparece nada. Recuerda que fue a medio metro de profundidad pero a lo mejor, fueron sesenta centímetros. Decide profundizar más. Pero solo arena y raíces viejas es el único resultado.
Cansado apoya, su sudorosa espalda en la valla de ladrillo y cierra los ojos. Entonces se le viene a la memoria que luego lo traslado al sótano a una mocheta realizada con ladrillos, no se fiaba de las inclemencias del tiempo y decidió el traslado, pero no lo había recordado, hasta ahora mismo.

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