Juan descubre que su trabajo es
una pura rutina. Llega a su trabajo y tras encender el ordenador espera las
primeras llamadas para recepcionar pedidos. Hasta las dos, donde hace una
parada par comer de cuarenta y cinco minutos para volver y seguir hasta las
cinco de la tarde.
Se plantea lo triste que es su
vida.
Comienza un proceso de desvalorización, le cuesta
hacer las tareas, aunque una vez puesto, las realiza brillantemente.
Pero surge la pregunta ¿mi vida para qué?
Juan se plantea la perdida de chispa, para entrar
en la espiral de la monotonía. Su mujer y sus hijos no le dan nuevos motivos. El
objetivo es esperar a un viento nuevo para cambiar el aire viciado en su
presente. Como siempre se espera que la solución llegue desde el exterior.
María, su mujer nota el alejamiento y su cambio
de humor, después de cenar, decide hablar con él. Juan expresa en el bucle que
se encuentra. María tiene un trabajo similar pero a las tres sale de trabajar,
lo cual le da más contacto con sus hijos y sus aprendizajes, lo que le ha
dotado de más paciencia y mayor ganas de aprender. Estos son los argumentos que
le expone. Prepara su comida cuando los hijos tienen su merienda por ello
comparte espacio con ellos.
Juan se da cuenta que ella trabaja mucho más pues
él, llega cansado y no encuentra razones de aprendizaje. Pero María le muestra
lo mucho que ella aprende de si misma con la relación que mantiene con el resto
de personas y más con la educación filial. Pues se plantea cosas que tiene que
analizar para no pillarse los dedos y caer en contradicción
Que le seria señalada rapidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por participar en este blog.