Juan tiene un padre con ochenta y
cinco años, su estado es precario. Problemas vasculares le circundan cada dos
por tres.
Asiste a una de las muchas
consultas rutinarias con su médico cardiólogo acompañado de su hijo.
Tras sentarse con ellos les
explica la idoneidad de aplicar un dispositivo intracorporal para medir valores
corporales. Seria con una cirugía menor y salida esa misma mañana a su casa. Todo
es por su salud física. El padre se asusta por tener que pasar por un quirófano
y sus constantes vitales se alteran. Con lo cual le tienen que atender de
urgencia en el mismo despacho. Tras salir del susto. El doctor le indica la
conveniencia de la instalación del dispositivo.
Juan se queda pensativo,
calla. Pero se entera que hay un
programa de prueba con la financiación de un millón de euros, para el estudio. Todos
los que participan en el mismo tendrán una retribución salvo los pacientes pues
será por su salud.
Juan pidé cita con el cardiólogo
para expresar su negativa al mismo. La respuesta es furibunda y añadiendo el
riesgo de no participar en el mismo.
Pero Juan detalla el suceso
acaecido en la consulta, sin haber llegado, siquiera, a la operación. Contraataca
poniendo su poco amor a su padre, por negarle el control sanitario.
Juan responde que no esta contra
el sistema, sino contra la prueba que solo ayudaría a generar nuevos ingresos
en sus bolsillos. Ya la conversación sube de tono hasta que Juan da por
finalizado la misma. Tendrá que buscar otro especialista, por que la actitud
hostil del investigador, tiene por sentido sentir culpable al hijo del
paciente.
Un come-come se genera en su
conciencia, pero en el fondo sabe que su convención es buena, se rebela contra
quien quiere generar más dinero sin sentido.
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