miércoles, 15 de marzo de 2017

MIENTRAS ANDA JUAN






Mientras anda, Juan, no ve lo que le rodea, en su pensamiento esta la idea de llegar donde ha quedado. De nada vale que los árboles muestren sus bellas flores o los pequeños brotes de hojas en las ramas desnudas. Tampoco los chicos que van al colegio, mientras personas, siguen en la dinámica de la prisa, ir contra el reloj, como si fuera un enemigo. Ni el perro que busca su lugar para marcar con su orina.
El tráfico se hace caótico, todos se ponen de acuerdo para ir a la misma hora.
La abstracción de Juan parece que coincide con la postura que adaptan el resto de personas, la cara seria coincide con el resto, no hay tiempo para cambiarla por una sonrisa. ¿A caso hay motivos de hacerlo? Piensa en su interior. Parece que es el uniforme, igual que otros llevan chaqueta y corbata o tacones y faldas conjuntadas.
Como en un río se pierde entre el transporte publico, los ojos se fijan en los marcadores de tiempo de llegada del convoy. Parece que cuadra con su previsión y un suspiro de alivio, da una pausa a la rigidez esgrimida, en su cara. Mientras otros comienzan a hacer actos involuntarios de impaciencia. Que llega a inocular su veneno a aquellos que van bien de tiempo. Pero ya se llega a pensamientos en alto, para mostrar su desacuerdo en los tiempos de espera. Lo hacen buscando la aprobación de cualquiera, con que uno responda afirmativamente, su esfuerzo habrá merecido la pena. Se sentirán comprendidos y no se creerán solos en el mundo.
Cuanto menos el comentario en alto sirve como reflexión de que algo dentro de nosotros no esta bien. La velocidad puede llegar al vértigo y con él, la perdida de control sobre nosotros mismos. Gran problema personal.

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