Caminando hacía su castillo, su
fortaleza, es decir hacía su casa. Se dirige el caballero, después del trabajo
en su oficina, utiliza su coche como si fuera su caballo. Su casa esta en las
afueras de la ciudad y es un chalet unifamiliar con un terreno circundado por
una valla de ladrillo que impide las miradas desde el exterior. Solo desde la
parte de arriba consigue un dominio ya que se encuentra en lo alto de una
colina.
Hace años decidió montar una
empresa en la que tuvo suerte, trabajo y ojo clínico, que facilitaron su
ascenso económico y social. Pero no le ha gustado mezclarse con los demás, sus
empleados son solo eso, trabajadores que por un salario, no se inmiscuyen en la
dinámica de la empresa. Él sabe lo que quiere y como conseguirlo.
Ha recibido ofertas de compra de
la misma, pero solo se piensa una recibida por un grupo inglés por un montón de
dinero.
Piensa que es momento de recoger
beneficios, retirarse y posiblemente crear otra cosa.
Reúne a sus trabajadores y
comenta la absorción por otro grupo. Mil preguntas sobre su futuro laboral,
pero el delega en los nuevos dueños.
Recoge sus pertenencias y manda a
una empresa de transporte recoger las cajas y enviarlas a su domicilio.
Ni siquiera les da la mano y un
triste adiós es toda respuesta. Tiene claro que emprenderá otro negocio y
contara con otras personas. Sabe como hacerlo y simplemente es un cambio de
ubicación y de producto.
Reúne su dinero y una parte lo
invierte en otra empresa, el resto será para la creación de la suya propia.
Pero su inversión en dos días se
convierte en una ruina, lo pierde todo. Ahora su apuesta es si o si. Pero el
dinero es oscilante para todos.
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