viernes, 10 de febrero de 2017

EL BILLETE DE LIMOSNA






Juan es un hombre que perdió su trabajo, su casa y su familia. Desde entonces se pone en la entrada de un supermercado y deja que la gente que entra y sale le deje dinero para seguir viviendo. Ha rechazado ofertas de trabajo eventuales, no quiere renunciar a la cierta comodidad de vivir, de esta manera.
Vive en una habitación alquilada junto a cuatro personas más. La situación de sus compañeros es similar, entre todos juntan un dinero semanal, para pagar los gastos y la comida. Pero diferentes personas, significa diferentes formas de ver la vida, con lo cual los acuerdos son difíciles. Solamente en el pago semanal de los gastos comunes están de acuerdo. Los habitantes van cambiando con relativa frecuencia.
Juan cuenta con personas que le dan todos o casi todos los días, pero existe uno que le da semanalmente veinte euros. El primer día su reacción fue de un profundo agradecimiento, tanta cantidad, no es normal. Pero la habitualidad se convirtió, para él, en una especie de impuesto, con lo cual ya ni sale la palabra gracias de su boca.
La sorpresa vino cuando le entrego un billete de diez euros, ya se extraño y pensó mil conjeturas sobre la rebaja.
Al mes la aportación bajo a cinco euros. Ya se encontraba molesto por el descenso de la aportación. La sonrisa le desapareció de la boca y ni siquiera le daba las gracias. Pensaba que era un traidor.
Un buen día vagabundeando por las calles se encontró con el mismo, ya hacía semanas que no iba por el supermercado. Fue a saludarle, realmente estaba indignado por su bajada de ingresos y le pregunto: ¿hace mucho tiempo que no te veo?
He perdido todo, ahora busco como subsistir como tu. Busco vivienda y forma de vivir, como tú.

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