Alguien
dijo, una vez, es una juventud sin futuro. Como una losa esa afirmación se fue
metiendo en el subconsciente de los mismos. Y algunos adaptaron la etiqueta y
ven pasar la vida como sin con ellos no fuera la cosa.
A
esto se unió el concepto de usar y tirar propio de la sociedad consumista, es
decir de todos. Con lo cual se integró el concepto de lo poco que vale todo
aunque tenga un valor económico alto. El paso del tiempo lo devuelve en más
barato y alcanzable para más bolsillos. El ocio, los sentimientos se
impregnaron de esta mancha de aceite, que poco a poco impregna todo el tejido.
Juan
está desempleado, es un joven que abandono los estudios pensando que había
modos de triunfar o tener una posición económica, mejor. Sin el esfuerzo de
memorizar cosas que no le motivan nada. Se levanta tarde y luego se reúne con
amigos que están en la misma situación. Donde la amistad es fruto de la unión de
circunstancias similares, realmente es el único móvil que les acerca.
El
poco dinero que tienen es el que le dan sus padres, que no consiguen
motivarles. Frente a unas cervezas sacan la rabia y la frustración acumulada.
Pero se diluye en una vuelta a casa para comer. El talento de cada uno se
pierde en chapuzas que siempre salen pero no consiguen llenar la seguridad que
les puede dar un trabajo más o menos estable.
Juan
no tiene hermanos, es hijo único y con sus padres no hay un buen dialogo, pues
piensa que le están juzgando continuamente, con lo cual ha tomado la decisión
de no hablar. Todo se queda dentro, solo sale en forma de desprecio, cada vez
que manifiesta una opinión. Las palabras se convierten en vomitos.
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