La
verdad es que nos hemos vuelto impermeables, cualquier cosa que sucede a
nuestro alrededor es como sino fuera con nosotros.
Vivimos
en nuestro mundo aislado y precisamente ese sentimiento nos hace más
vulnerables, por hacernos encontrar en soledad. En nuestro paso por el día
pasan a nuestro lado personas que nos solicitan ayuda económica, la respuesta
es mirar hacia otro lado o simplemente negar con la cabeza. Da igual la excusa
para pedirte dinero la respuesta será la misma, parece como si nuestros oídos se
bloqueasen y nuestra vista niegue lo que percibe.
Tantas
veces nos ponemos ese repelente de agua o ideas, que nos recoge en un
sentimiento al que no debemos rendir pleitesía. El hombre es un ser social,
cuando se le aparta y se le individualiza deja de comportarse como tal y se
vuelve huraño huidizo, con el pensamiento que todo el mundo, busca aprovecharse
de uno.
Que
ciegos estamos cuando vemos nuestras ciudades o nuestros pueblos y vemos que
todo lo que existe es por la cooperación entre personas, unos en una materia y
otros en otra, pero gracias a ella podemos disfrutar lo que tenemos, casas,
agua, comida, transporte y un largo etc que nos llena nuestra vida. Por ello si
seguimos en la línea de invisibilidad, de la individualización. Nos alejamos
más de alguien tan cercano como otras personas que conviven, de una o de otra
manera, con nosotros.
Recuerdo
muy bien la otra mañana como un hombre tirado en la acera, con el suelo mojado,
de la noche anterior, y la gente salvo uno que le preguntaba cosas, pasábamos por
los alrededores, sorteando su cuerpo.
Ya
había una persona que se ocupaba de ello, hay que seguir nuestra rutina diaria.
Estaba consciente y una sonrisa indicaba que el alcohol le venció. Seguíamos.
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