domingo, 7 de febrero de 2016

EL ESTANQUE




Junto al estanque, hay un paseo circular, por donde la gente da la vuelta es como el haber llegado a la mitad del recorrido para encaminar el camino de la salida. Es la parte que culmina el parque, en su forma alargada, unos bancos invitan a sentarse frente él y contemplar los patos y los dos cisnes, o poder sacar el libro que te mete en otra realidad aparte. Los árboles circundantes dan la sufiente sombra para librar de los rayos solares y en el invierno, su desnudez, permite recogerlos, pues se buscan como un bien escaso, en los cortos días.
A pesar de parecer un cuello de botella, es un buen refugio para aislarte, lo que el tiempo de cada uno, permita, de los ritmos diarios y te acerca a una naturaleza que cada vez se echa más en falta, por las posiciones tecnológicas, que nos aíslan más y más de nuestro medio ambiente.
Como una isla aparece encajonada entre bloques, de casas, circundantes. En algunas páginas al estanque lo llaman lámina de agua, curiosa denominación del espacio verde. Quizás los patos sean elementos decorativos y loa árboles, la masa verde. Se olvidan de los seres vivos, para minimizarles y convertirlos en símbolos.
Triste o grande pasear por este espacio en el que te olvida a sentir el trinar de los pájaros o el olor de las incipientes flores. Sentir el aire que pasa entre los diferentes árboles.
Con la caída de la tarde, unos empleados van invitando a salir a los últimos remolones para poder cerrar las dos puertas que tienen de acceso. Una vez realizado esto el silencio intenta competir con los ruidos exteriores, saliendo perdiendo pues el tráfico es intenso en sus alrededores.

Las vallas tratan de defender el espacio, con el ladrillo y el hierro. 

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