miércoles, 17 de febrero de 2016

ABRAZOS GRATIS




Cuando alguien te dice que si te puede dar un abrazo, mil hormigueos corren por tu piel, pero una vez dado el paso de la aceptación, la cosa cambia, te encuentras más lleno de sensaciones que no tenías.
Lo difícil es dar el primer paso. Ese levantado con ladrillos de miedo, de expectación, ¿qué quiere este hombre, o esta mujer con un abrazo, que quiere de mí?
Juan sabe de todas estas cortapisas que impiden el contacto físico, solo entendible en el campo sexual, pero fuera de él, parece sacado de lugar. El vio unos reportajes que un grupo de personas se ponían con unos carteles a ofrecer abrazos gratis y como la gente se acercaba a recibir y a dar los mismos.
Compro una cartulina amarilla y con un rotulador negro puso el mismo mensaje que había visto y elige una zona concurrida, en un parque. Se desprende de sus miedos al ridículo y a las cinco de la tarde inicia su propuesta.
Nada más ponerse se lee su cartel y se le analiza como un bicho raro, nadie se acerca y se le esquiva como si de un obstáculo se tratara. Pero un grupo de amigas paran delante y hacen cola para hacer lo que el cartel indica. Curiosamente la situación no pasa desapercibida y otras personas se colocan para dar y recibir.
El cartel queda en el suelo, como testigo y aviso de lo que allí ocurre. Gente con perro también se detienen y personas mayores, hacen un inciso en su paseo dominical y sirven un abrazo, apoyado en su bastón.
Niños también participan, haciendo que Juan apoye una rodilla en tierra. Y el comentario, de ellos, que se resume en “que divertido”.

Otras chicas se adhieren y comienzan a hacer lo mismo, colaborando en la función.

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