Nadie
les iba a acompañar, se les dejaba a su criterio. Desaparecieron.
Mientras empujaron la barquita a afrontar las olas de un día que
prometia lluvia. Conocían que tenían que ir en linea recta.
Arrancaron el motor que subsisto durante un kilómetro. Luego se paro
y por más intentos de hacer mover el motor fue imposible. No tenía
mas gasolina, solo les habían echado para irse un tanto de la
orilla, ahora tocaba remar. Sin agua y sin comida, abiertos a las
peripecias que el destino les guardara, vieron pasar grandes barcos
pero todos les ignoraban. La lluvia llegó y con ella la perdida de
dirección, y a no veían el destino. Solo tenían una razón remar.
El envase de transporte se iba llenando de agua por lo que tenían
que echarla con las manos, no había descanso. El frio llego a sus
carnes y con el la desesperanza pero nadie se quejo.
Seguían
pasando cerca de ellos mas buques, pero ello les suponía un problema
por ello miraban a otro lado e intentaban no arrollarlos, no se
implicarían en un rescate que les retrasaría tiempo y posibles
problemas en la llegada a puerto. Tras la lluvia llego la noche.
Dejaron de remar y se hicieron un ovillo entre todos para intentar
reponer fuerzas, no tenia sentido remar sin saber el objetivo donde
ir. En las caras cansadas surgieron lagrimas de no saber que iba ser
de ellos. El día tardo toda la noche en aparecer, apenas se podían
mover, notaron la perdida de aire del lomo cobertor de la balsa.
Mohamed adivino donde deverian encaminar sus esfuerzos de remo, pero
estaban encogidos, sin fuerzas a merced de unas olas y una corriente
que les manejaba como una cacerola en agua.
El
desanimo comenzó a llegar, si caían morirían seguro.
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