lunes, 26 de noviembre de 2018

MEDIODIA EN LA VIDA DE JUAN






Mientras pasea, Juan, va haciendo tiempo desde la comida al retorno del nuevo turno. Tiene tiempo para salir y pensar en algo más que la función productiva. Solamente en el verano tiene dos meses de jornada continua.
A pesar del frio viento, elige salir, recorrer las calles, mil veces conocidas. Sentir los olores del viejo barrio que concentra a tanta gente tan diferente.
Los desconchones de fachadas, los olvidos de reparar viejos comercios, tantas veces traspasados y hasta pasar al viejo café que tiene representaciones de gente nueva.
Hoy el tiempo invita a refugiarse y tomar una infusión caliente, donde las manos recuperen el calor de la taza, mientras los ojos revisan a sus vecinos circundantes. Las luces amarillentas no descubren nada nuevo, sino incrementar el estado rancio, que se quiere conservar en búsqueda de unas raíces que tuvo en el pasado. Gente variopinta encuentra su lugar allí. Hoy las mesas se encuentran llenas, todos huyen de la temperatura exterior, mientras en la mesa de al lado se habla de literatura, como queriendo encontrar las tertulias que se reunían, en esas mesas de mármol con soportes de hierro forjado.
Frente a la puerta una luces azules se detienen frente al local. Cuatro policías pasan y hacen una observación de cada mesa, pronto ven el objetivo, dos muchachos en una mesa que no les ha dado tiempo de escapar. Sin cruzar palabra sacan las esposas y les detienen, mientras los consumidores quedan anonadados ante la visión de una película americana, en su propio barrio. Con la misma celeridad que entran salen, a la vez que Juan revisa el momento de volver a su turno de tarde.
El camino es diferente, solo ocupa los rostros de los jóvenes y los modales de los agentes, la tarde será diferente, nueva impresión en monotonía.

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