jueves, 8 de noviembre de 2018

CAMINO DEL DORADO 9





Un nuevo entorno aparecía no de color áureo como cuando comenzaron su viaje.
Más que entender lo que no tenían comenzaron a valorar lo que poseían y no necesitaba maleta para guardar.
Mohamed siguió viviendo en la vivienda del anciano que tanto le enseño hasta su fallecimiento. Cambio a la casa de otra persona, una persona sorda que hablaba muy alto pero que entendió a Mohamed desde el primer día. Sin familia le ofreció, su vivienda pues no tenía herederos. Fueron al notario para formalizar el deseo. Y los comentarios de sus vecinos no le llegaron porque había desarrollado la virtud de la persona que cuidaba.
Un viejo ordenador le facilitaba poder comunicar con sus compañeros regresados a sus casas, entre los que estaban sus amigos nigerianos.
Anselmo falleció por una complicación medicamentosa. Solo tenía que esperar a cumplir la mayoría de edad. Pero ya tenían un sitio de encuentro. De nada valió explicar a sus paisanos las penurias que habían pasado. Dos amigos intentaron el salto de continente y querían venir a su casa. Mohamed les contó como había sido su vida y como podría ser la suya. Convencidos desistieron pese a que las películas mostraban el aire de los ganadores y todos se sentían de igual manera.
Dos años pasaron pronto y quisieron saludar a sus familias. Con sus documentos en regla todo fue más fácil y hasta un avión les llevo a Casablanca, cercano al traqueteo del autobús que les llevaría a su pueblo.
Como un acontecimiento se reunieron las familias de los hijos viajeros.
Nada más llegar se sintieron ajenos a lo que les rodeaba, solo el recuerdo les daba sentido a aquellas tierras y el cariño de su circulo privado. Solo saber que pertenecían, ahora, a otro sitio, era su sentir.

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