Mientras
habla con su mujer, no deja de ver los wasap que va recibiendo en su
teléfono móvil. La conversación se va entrecortando entre ellos
mientras tienen la misma actividad. Las palabras quedan colgadas sin
la estructura de una frase, algún monosílabo cae alguna vez.
Parece
como si Juan y Ana tuvieran controlada la situación, tienen
comunicación con varias personas a la vez. Como tienen que hacerlo
coherente, olvidan a quien tienen delante físicamente.
Un
sentimiento de importancia les invade. Los dedos siguen sus
movimientos migratorios con la mayor rapidez posible para expresar
mayor numero de palabras. Lo que se había soñado siempre poder
comunicarse con varias personas a la vez ahora es posible con la
escritura instantánea.
Ana
gesticula pero no habla, Juan hace un guiño de sonrisa ante el
último comentario. Un continuo sonido de recepción de nuevo mensaje
se desprende de sus aparatos manuales.
Por
fin parece que han parado los mensajes.. Dejan enchufados del cable
de corriente para llenar la batería.
Juan
comenta alguna de las situaciones recibidas en pantalla y Ana hace lo
mismo. Retoman la conversación pero una nueva alarma suena. La
atención vuelve al estado anterior y se desenchufa, para mayor
comodidad. La misma acción ocurre con Ana. Alguien ha visto que
estaba conectada y era cuestión de escribir unas letras. Casi
siempre banales y estereotipadas.
Juan
vuelve a conectar la batería al sistema eléctrico y un nuevo aviso
surge. Es entonces cuando apaga su celular. Ana sigue con la
conversación, cuando se van uniendo nuevos lectores, el bip bip
suena como una cascada de impulsos. Ana quiere contestar a todos pero
tiene que priorizar. Juan se levanta para beber un vaso de agua,
quizás la garganta este reseca de tanta escritura.
Ana
se ve desbordada y desconecta su terminal. Suelta los brazos.
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