lunes, 5 de noviembre de 2018

CAMINO DEL DORADO 6





Los otros jóvenes les informaron que hasta los dieciocho años tenían asegurado la cama, enseñanza y comida. Luego tenían que buscarse la vida. El tesoro más buscado entre ellos era tener un teléfono mocil. Pero ellos no tenían dinero, con el podrían comunicarse con su familia en sus países de origen. Les informaron de la manera de conseguirlo. Pero su familia no tenían esos dispositivos y menos desde que tuvieron que vender muchas cosas que tenían para costearse el viaje de sus hijos. Las clases ocupaban solo dos horas del día, tenían que preparan la comida, limpieza del edificio y limpieza del menaje. Por lo que disponían de mucho tiempo libre. Fueron descubriendo el barrio donde estaban ubicados. Veían la cantidad de coches y de edificios de catorce plantas que había. Pero pronto comprendieron que por lo que habían arriesgado su vida no era tal. Los rostros de las personas que pasaban, solo eran de preocupación, todo el mundo tenía prisa. La marginalidad les podía llegar a obtener dinero, pero la experiencia de esclavitud que habían sufrido en su propia tierra les dejo marcados. Los cinco iban a todas partes, los bancos de los parques fueron lugar de refugio y de preparar estrategias. El futuro no se les presentaba prometedor, gracias a la unidad entre ellos no sufrieron las extorsiones de sus compañeros. La televisión la usaban para aprender más palabras que luego compartían y conseguían grandes avances.
Mohamed era el más despierto, el acceso al trabajo lo tenían prohibido, por ser menores, estaban tutelados. Cada vez acumulaban más información sobre donde estaban. Y vivieron una revuelta de los que estaban próximos a ser expulsados por llegar su mayoría de edad.
En las cartas enviadas a sus familias no contaban la situación actual. Seria remover la conciencia de sus progenitores.

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