Juan
tiene una sonrisa ausente, desde hace varios años se ausento de su
cara, sus facciones se han ido afilando, dejando profundas huellas
que elevan el aspecto de su cara. Una mesa metálica imitación a
madera delante de él, donde reflexiona, come, lee y hasta le sirve
para terminar cosas de su trabajo.
Toma
la carpeta donde guarda documentos que algún día le pueden hacer
falta. No está muy seguro de encontrar el papel que le han
solicitado ¿En los tiempos de la informática que necesidad tienen
de pedir papeles? Pero todo no avanza tan deprisa.
El
piso es compartido con otras tres personas, no suelen hacer vida
comunitaria y el salón, donde está la televisión no es demasiado
visitado. La limpieza la realiza la casera una vez por semana,
también se encarga del lavado de ropa.
La
cocina tiene una enorme nevera, asignada por bandejas para cada
miembro. Igual que los diferentes armarios. El sonido del reloj de
pared es el único sonido.
Hoy
la búsqueda del documento es lo que más le altera, no consigue dar
con él. Va a la nevera en busca de su botella de agua y al abrir la
puerta descubre en su bandeja de arriba una mano humana sobre un
plato. No tiene mucha gracia pero allí está. Coge el plato para ver
si es de mentira pero la sangre coagulada muestra que es real. lleva
el plato al salón donde están jugando a las cartas sus tres
compañeros. Un repelús es la respuesta de los tres, y la obligada
pregunta: ¿es de verdad? Juan afirma y relata el descubrimiento,
pero nadie dice nada. ¿De donde ha salido esto? El silencio es la
respuesta. Es una mano femenina que aun conserva un anillo de
bisutería. Todos se van desmarcando del hallazgo. ¿Que hacemos?
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