Una
nueva manera de ver las cosas se estaba desarrollando y precisamente
por personas que venían de fuera de las fronteras, con otras formas
de sentir y de estar, antagónicas con las que se les presentaba en
Madrid.
El
centro donde estaban cada día estaba más saturado y estudiaron la
posibilidad de recibir los papeles de residencia aunque no tuvieran
la edad. Serían siete personas que se adaptaban a la sociedad con un
trabajo social. Miraron la posibilidad de llevarlo a cabo. Y con unos
controles tutelares aceptaron la idea. Fue la labor de uno de los
educadores el motor de la idea de Mohamed.
Los
siete se encontraron dichosos, podrían vivir en una casa y ademas
seguir la amistad de grupo. El hecho de abandonar una residencia
atestada y muy descuidada, suponía mucho.
Mohamed
contaba lo mal que habían pasado desde que abandonaron su tierra y
ahora iban logrando espacios no pensados.
El
idioma lo fueron superando con creces, la facilidad de sus cerebros
adaptables, tenía buena parte del éxito.
Comprendieron
que el Dorado no existía pero si su adaptación a un sitio hostil,
que por otro lado les facilito una nueva forma de vida.
Sus
reuniones les iban acrecentando en ideas de futuro, la pasión por
adaptarse había creado nuevas formas de existencia y los siete
crearon un camino común.
Las
montañas de arena fueron sustituidas por las de edificios y gente
con mucha prisa, ellos aun degustaban su juventud y el disfrutar de
la comida que ofrecían a las personas con las que convivían, motivo
más importante y actores de su nueva forma de vida.
Alguno
quería volver para regresar con los suyos, el grupo se deshacia pero
los caminos de cada persona son diferentes. Solo tres apostaron por
quedarse, afrontar una nueva etapa en la vida.
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