lunes, 1 de mayo de 2017

ANTONIO Y AYUCA






En el autobús van Ayuca y Antonio. Ella parece que lleva la dirección de la pareja e incluso alza la voz en alguna ocasión.
Ayuca llego allende los mares y quiere hacerse un hueco en estas tierras extrañas. Sabe la posibilidad de encontrar un hombre solo y que le solucione su vida. Trabaja cuidando ancianos interna. A penas consigue un salario digno que envía a su familia. El paso de los años también la va marcando, ya no es la joven desenvuelta que llego buscando su oportunidad en la vida. En el círculo de sus amigas han optado por la vía fácil. Tener una relación con un soltero mayor y casarse, pera obtener una renta económica y una posible pensión, en caso de fallecimiento.
Antonio está solo, no tiene ni amigos ni familia, por ello la llegada de Ayuca a su vida supone una lotería. Pero ha forjado un carácter huraño, donde nadie le tiene que dar lecciones de vida.
Ayuca le dice lo que tiene hacer, los domingos, salir con los amigos, hasta la hora de la comida. Antonio responde hasta cuatro veces que él no tiene amigos, para luego remachar con un, ni familia. Manifiesta abiertamente su posición en su día a día.
Los ojos llorosos intentan buscar una comprensión en ese ángel venido más allá de los mares.
Ayuca no esta hoy sentimental y le dice lo que tiene por hacer.
Antonio pasa un brazo por detrás de su cuello pero no llega a ser un abrazo sino la posición de un apoyo, consciente de lo que no tiene.
Ayuca es consciente de su perdida de lozanía, pero siente el descuido de su acompañante, conoce como hay que marcar las partes de dominancia para hacerse imprescindible y reina de un piso y los pocos ahorros que cuente.

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