jueves, 11 de mayo de 2017

EL ATARDECER DE JUAN






Como siempre los atardeceres son cambios de colores, las sombras se hacen más largas y se adivina el devenir.
Es el momento en que las personas mayores comienzan a tener prisa, para tornar a su hogar, sitio dotado de seguridad. Siempre las sombras y oscuridades producen una cierta inestabilidad.
Los coches comienzan a encender sus luces, mientras tímidamente se iluminan las farolas de luces naranjas.
La luna se la puede observar con su fase adecuada. Juan tiene setenta y cinco años, al ver el cambio, consulta su reloj e inicia su vuelta a casa, cuando va llegando se encuentra con un vecino que le urge a tener una reunión de vecinos, por las averías detectadas en la escalera. Poco a poco se van uniendo otros vecinos, comienzan a discrepar en la opción mejor. Pero el atardecer se ha convertido en noche. Juan muestra su nerviosismo, por  no poder iniciar su rutina diaria.
Encuentra la disculpa de una llamada telefónica, mientras el resto muestra su desagrado. No tiene ganas de discutir y menos por cosas no conocidas. Se siente cansado y va elaborando su cena poco a poco.
Cuando esta cenando llaman al timbre de la puerta, pero no quiere abrir, ni siquiera saber quien ha sido.
Quién quiera hablar con él, lo puede hacer al día siguiente. Y así ocurre a las diez de la mañana, la reunión será para pasado mañana.
Juan recibe el recado pero no despierta su interés. Sabe que no es participativo pero el cansancio hace tornarse en forma de bola. Sabe que no ira y menos a las ocho y media, para aguantar comentarios de unos y otros, sin sentido al tema a tratar.
Juan fue muy influyente y creo muchas mejoras, pero ese ardor se apago como en los atardeceres. Pasando a otro estado.

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