lunes, 29 de mayo de 2017

LA ESPERA IRRACIONAL







Juan acude a la consulta de un dentista. Llama a la puerta de entrada y una muchacha joven, le recibe dando las buenas tardes e interesándose si tiene cita previa.
Juan afirma que a las cinco tiene una. Le pasa a una sala de espera donde aparecen cuadros de dientes animados, sobre la mesa baja un grupo de revistas, a su alrededor unos sillones de casa, reciclados o de segunda mano. Es pronto aun faltan diez minutos. Está nervioso, deambula por la habitación, intentando estar tranquilo, pero sus nervios van en aumento. Comienza a hacer muecas y golpea sus manos. Se oye el ruido del torno dental, sin ser tapado por el hilo musical. Su cita será cuando termine con el otro paciente. El sonido combinado le vuelve más nervioso.
Comienza a hacer cosas irracionales, total que más da, esta solo. Una batería de tics, comienzan a aparecer, pero no intenta detener, pues a nadie le molestan.
El sonido del teléfono, para pedir nueva cita se oye de la recepción. Intenta leer uno de los folletos de publicidad dental, pero no consigue mantener la atención ni diez segundos, lo devuelve a su expositor. Sigue su coreografía inconsciente y absurda sin conseguir sentarse. Ha pasado media hora y el soniquete metálico ha finalizado su sinfonía. Se siente cansado y se arroja sobre el sofá provocando un ruido grande como de rotura, automáticamente se levanta y se dirige hacía una de las sillas, no varían sus movimientos automáticos y se da cuenta que ha perdido el control de su cuerpo, toma una revista, pero el pasar hojas es la tónica, como si fuera un abanico.
Por fin la puerta se abre y le llaman por su nombre para ir a la consulta, según se levanta observa una cámara en la parte superior.

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