lunes, 5 de septiembre de 2016

LA ÚLTIMA PARTE DE LA VIDA DE ALI.




Ali es un muchacho africano, llego aquí hace cinco años en una patera, su condición de tener la piel negra. Es una traba para conseguir la normalidad en su vida en un país extraño, donde las oportunidades están para pocas personas, no como la imagen que le habían ofrecido en su sueño europeo. Su llegada no fue ni siquiera por la puerta de atrás, sino por donde se saca la basura. Ha dormido en la intemperie protegido por cartones, ha comido restos de comida, obtenidos de contenedores de desechos. Solo la comunicación con otros en su estado de exclusión, le han permitido vestirse y dormir en una cama.
La marginalidad le ha ofrecido poder obtener dinero de una manera fácil, pero el miedo a la policía y la expulsión del país es tan fuerte, su respuesta fue desestimarla.
Pero el alcohol, le ha dado un punto euforizante, por sentirse bien. Y el dinero que obtiene por pequeños trabajos se emplea mayormente, en la compra del mismo, la comida escasea en su dieta y su delgadez va en aumento.
Ali se va convirtiendo en una penumbra que es el paso siguiente al de la sombra. Y comienza a retar a toda persona que no es de su color, como un enemigo a batir. Por ello reta a una pelea a cualquiera. Se le ignora pero molesta. Se le ve como el pobre loco, que apenas puede sostener la verticalidad de su cuerpo.

Un día, un rudo visitador de gimnasios acepta su oferta, con ganas de divertirse a costa de alguien que cuestiona su forma física. Al salir del metro, aprovechando que hay poca gente y el manto de la noche, comienza a recibir golpes, sin dar defensa, solo el brotar de sangre de las diferentes partes de su cuerpo. Ali fallece.

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