martes, 13 de septiembre de 2016

EL VIAJE EN METRO


Hoy Juan se ha levantado observador, quiere ver el comportamiento de las personas en un medio gris, como puede ser el trayecto en metro.
Como es temprano, la gente por mayoría se dirigen a sus trabajos. Lo primero que le impresiona es el trabajo que ponen las chicas jóvenes, principalmente, para salir de casa, como mínimo se han levantado una hora antes de tomar el medio de transporte.  Para que su imagen no se encuentre de cualquier manera. Han elegido la ropa conjuntada, con los elementos compaginadores. Creando una imagen que quieren proyectar, no falta el perfume que desprenda su olor característico, aunque a veces, coincida con el de otra pasajera, la publicidad unifica criterios y gustos.
Como no se puede perder el tiempo el teléfono es lo más socorrido y montones de vistas, fijas en las minúsculas pantallas en busca de la comunicación, no contestada o pasar el rato con la música o el juego que te distraiga, de lo que te rodea. La mayoría va escuchando canciones seleccionadas, y algunos bajan los ojos esperando encontrar la experiencia onírica que dejaron en la cama.
Alguno se cubre leyendo el periódico gratuito, tomado a la entrada, algún libro de papel y muchos electrónicos. El objetivo es hacer algo, no se puede estar perdiendo el tiempo mirando a quien tienes en frente, pues parece que invades la parcela de la intimidad personal.
Juan quiere vivir esos momentos, ya que en otros, se ha comportado de la misma manera que hoy observa. También algún chico pequeño que será llevado a casa de sus abuelos para que restablezcan su enfermedad, pasajera.

La tónica general es tener prisa y estar lo mínimo posible, en este medio subterráneo.
El viaje se termina y los pasillos, como arterias, desvían a cada persona a una salida diferente.


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