La falta de amor y la codicia son
dos formas que llevan al hombre a su autodestrucción.
Curiosamente el amor que debe
mover a la humanidad, se convierte en un concepto secundario y hasta
trasnochado frente a la motivación de la codicia,
El hombre deja de estar en armonía
consigo mismo y con la naturaleza y se convierte en un destructor, lo que hace
que no se vean a las demás personas, ni los animales, no nuestro entorno por la
pasión por tener más de todo, estar en la cumbre de la pirámide, o por lo menos
lo más arriba posible. Donde pocos te hagan sombra.
La irracionalidad llega hasta la
muerte de tus congéneres, si es necesario para escalar posiciones. Como en los
ataques de pánico en aglomeraciones. Con la diferencia que aquí son pensadas y
hasta meditadas.
La consecución del amor, se llega
a materializar por intentar comprarlo. Como si fuera un objeto más, en vez de
un sentimiento de unidad con los otros y el entorno.
Forma parte de la religión de
mucha gente, sustituyendo figuras por patrones más materiales, más
cuantificables.
El vació personal que se produce por
la falta del sentimiento primordial, se quiere sustituir por el sucedáneo de la
ambición.
Curiosa nuestra mente como nos
distrae de nuestro objetivo, hasta hacernos perder y como consecuencia un
padecimiento físico, intentando sustituir con nueva sangre, nueva piel etc que
solo llega a ver la impotencia de no ser ni estar.
Se puede reflexionar, y se debe,
cuando estamos dejando el sentimiento para coger una sensación, donde parece lo
mismo pero, por supuesto, no es igual.
Son solo fantasmas, que en algún
momento de nuestra vida, nos asustaran. Y sentiremos el vació de los nuevos
valores. Aunque en la historia se repiten una y otra vez, siempre.
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