Alberto y Juan, hablan sobre lo fácil
que es discutir. Ellos también lo hacen a menudo. Pero encuentran en la
diversidad, nuevos puntos de aprendizaje.
En el afán por mostrarse
diferentes y no gregarios, surge la posición contraria. Si nos damos cuenta no
es difícil encontrarla y hasta defenderla.
Juan asiente, pero Alberto no le
queda claro el fin último que se consigue con la discusión.
Juan discute con él, saca su
punto de vista bromista, pero entiende el motivo como el diferenciarse para
sacar una variante que personalice nuestra manera de entender las cosas. Esto,
da carácter. Tenemos la diversidad de pensamiento, por ello tenemos que
hacernos un hueco dentro de ella.
Si Juan pero crees que realmente
es eso o por la necesidad de competir.
Al fin y al cabo, compites para
ser diferente, mejor. Creo que puede ser un sinónimo. Si una persona se
encuentra bien, no es necesario que lo vaya demostrando y por tanto
rivalizando. Solamente es cuando la seguridad en uno mismo, no la tiene clara y
definida, creo que de esta manera, se actúa en la necesidad de debatir con
posturas diferentes.
Te das cuenta que entre nosotros
mismos, evitamos temas, que nos pueden llevar a enfrentamiento, no tenemos la
necesidad de romper una amistad por una victoria, entre comillas, con un
resultado desalentador.
Si eso ocurriría, cuando hayamos
llegado al tedio, donde no nos aportamos nada, muy al contrario nos sentimos
robados.
Curiosa, nuestra manera de
entender las cosas. Cuando vamos descubriendo cada día, nuevas cosas y las
compartimos, nos sentimos más entusiastas, derrochamos vida por los cuatro
costados. Pero si el día no te aporta nada, no nos damos cuenta nuestro papel
protagonista, en el que la suerte no viene a nosotros, la hallamos en todos los
momentos, si así queremos.
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